miércoles, 4 de febrero de 2009

ALBORADA DE SANTA AGUEDA

Adoremos de rodillas
al divino sacramento
prisionero en el sagrario
que del alma es alimento.

Tan hermosa como noble
tan hermosa como honesta
Agueda nació en Sicilia
del azahar de los naranjos
hermosa isla de Italia.

Aspiró la dulce esencia
del azahar de los naranjos
en la isla encantadora
junto al mar Mediterráneo.

El gobernador gentíl
se prendó de su belleza
proponiendose empañar
la virtud de su pureza.

Ayudóle en tal intento
Afrodísia la mundana
pero de los dos triunfante
salió la virgen cristiana.

Lleno de asombro y de ira
le preguntó el vil tirano
¿porque siges esa vida
si es la vida del tirano?

la humildad de los cristianos
contestó con entereza
Agueda al gobernador,
vale más que tus riquezas.

Fué, por no adorar los ídolos,
publicamente azotada;
del orden del vil seductor
en la cárcel encerrada.

No pudieron por tal médio
apartarla de la fé
le mandó cortar los pechos
el gobernador cruel.

La Virgen dijo al tirano
no te duele maltratar
en mi lo que fúe tu madre
tu sustento corporal.

Un anciano venerable
que a Agueda se le apareció
aquella noche en la cárcel
las heridas le curó.

A la mañana siguiente
el perseguidor de Cristo
la mandó arrojar desnuda
en carbones encendidos.

Entonces un terremoto
la ciudad estremeció
pereciendo los inícuos
consejeros del Pretor.

Contra el cruel gobernador
inclinose todo el pueblo
temiendo que aquello fuera
algún castigo del cielo.

Temeroso aquél tirano
de las iras populares
a la Santa, medio muerta,
volvió a encerrar en la cárcel.

La Virgen, en su agonía,
a los cielos elevó
con sus labios moribundos
esta sublime oración:

Señor que me diste fuerza
en la infancia y juventud
de todos mis enemigos
amparando mi virtud.

Señor que me diste fuerzas
para sufrir los tormentos
de tan bárbaros martírios,
recibid mi alma en el cielo.

El cuerpo de aquella Virgen
vencedora del tirano
en humilde sepultura
enterraron los cristianos.

Agueda sufrió el martírio
del Etna, junto al volcán
que con sus ardientes lavas
alumbró su funeral.

Deste tiempo inmemorial
una devoción ardiente
se profesa a Santa Agueda
en este pueblo concurrente.

Debido a su poderosa
humildad e intervención
la pedimos a Santa Agueda
que nos de su bendición.

Santa Agueda gloriosa
en el cielo interceder
para que a vos imitemos
en la pureza y la fé.

Por -cima de la corona
del Señor Cura del pueblo
revolotéa una paloma
que es la Reina de los Cielos.

A Santa Agueda bendita
le venimos a pedir
que nos de las cernideras
para mañana cernir.

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